¿Alguna vez te ha sucedido que estás hablando con alguien a quien quieres causar una buena impresión, y de pronto te quedas sin ideas, sin palabras para continuar la conversación, tu mente se queda en blanco? Inmediata experimentas una sensación desagradable e incluso puedes entrar en pánico, ¿Te ha ocurrido?

Rápidamente, luego de ese lapsus en la conversación, tu interlocutor y tú permanecen en un silencio que parece durar una eternidad, se hace presente un silencio sepulcral, al mejor estilo de una película de Stephen King, intentas pensar en algo interesante para salir de esa situación tan embarazosa pero no se te ocurre nada.

Para ayudarte a que esto no te vuelva a suceder, he recopilado algunas estrategias prácticas y sencillas para crear y mantener conversaciones más brillantes y elocuente. Lo primero es construir un vínculo, ¿Y cómo haces eso? Fácil, procura encontrar un punto común que te vincule a ti con tu interlocutor, algo que le apasione, que lo motive a conversar, ejemplo: Deporte, su ropa, música, estudios y otros. ¿Pero qué hago sino no tienes nada en común? No te rindas y no te preocupes, siempre en tu entorno existe algún elemento para salvarte, por ejemplo si estás en una cola de un banco, puedes hablar de lo rápido o lento que va la cola, también algo que siempre tienen en común es el clima, un ejemplo de ello es hablar sobre la temperatura de ese momento, la idea no es mantener una conversación de orden meteorológico, simplemente es dar paso a un tema en común, y eso siempre es el clima, mientras hables del clima debes estar atento en percibir que otro tema le apasiona a tu interlocutor, para conectar ese vínculo, es decir empatar el clima con otro tema.

Si tu interlocutor toca algún tema que no domines, como tecnología, deporte, astrología o cualquier otro, ese es tu momento para dejarlo hablar, luego de algunos minutos le realizas preguntas muy precisas sobre el tema y deja que tu interlocutor hable, recuerda en el fondo todos tenemos la necesidad de ser escuchado, alienta a tu interlocutor a que desarrolle un tema, préstale atención, escucha y observa a tu interlocutor, realiza pequeñas retroalimentaciones del tema tratado, para que tu interlocutor se sienta comprendido y atendido. ¿Quieres mantener conversaciones elocuentes y despertar el interés en cualquier persona? Recuerda el secreto está en dejar que tu interlocutor se sienta cómodo, y lo mejor es dejar que la persona hable de ella y tú debes animarla a ello.

Manuel García