Es una celebración que nunca deja de producir carcajadas en la banca de los Yanquis, una que para deleite del equipo han visto más de lo que esperaban. Aaron Judge eleva sus manos tan alto como puede, y Ronald Torreyes se ve obligado a correr y dar un brinco para poder chocar las palmas con su espigado compañero.

El encuentro del jardinero de dos metros chocando las manos con el diminuto utility ya es una imagen lo suficientemente discordante, pero consideren además que fue el sorpresivo Torreyes quien bateó el primer jonrón del equipo en el 2017 y quien encabeza a los Yanquis en empujadas (ocho).

“Está haciendo un tremendo trabajo”, dijo Judge. “Eso es lo grande de ‘Toe’ (Pie): Puedes ponerlo en cualquier parte y va a producir. Hará el trabajo”.

Asumiendo tiempo de juego como titular en sustitución del lesionado Didi Gregorius, quien se espera pierda todo el mes de abril por una lesión en el hombro derecho, Torreyes está feliz por haberse convertido en un favorito del clubhouse.

Sus impresiones

“Me siento súper contento por eso, simplemente por el hecho de que todos estos muchachos me estén apoyando”, dijo Torreyes, de 24 años. “Se siente muy bien, ¿sabes? Pero el sentimiento es mutuo. Vengo a tratar de hacer mi trabajo. Eso es lo que me gusta hacer”.

El pequeño Torres, que mide 1.72 metros de altura, le da crédito a su padre, Alcides, por haberlo ayudado a llegar a donde está. Siendo un adolescente en Venezuela, a Torreyes siempre le pedían que batease más, corriese más y trabajase más duro que los peloteros más bendecidos físicamente en las distintas pruebas que hacían las organizaciones a lo largo del país.

“Él jugó mucha pelota en Venezuela, un montón de torneos nacionales, pero nunca se convirtió en profesional”, contó Torreyes sobre su padre. “Lo que me cuentan es que era muy, muy buen pelotero y que tuvo chance de hacerse profesional, pero nunca se le dio. Aprendí mucho de él”.

Lo rechazaron muchas veces, y los escuchas encontraban difícil imaginarse a alguien tan frágil jugando con profesionales, pero Torreyes convenció al final a los Rojos a que lo firmasen en el 2010. Siguieron pasantías con Cachorros, Astros, Azulejos, Dodgers y Angelinos, pero es con los Yanquis con que finalmente encontró un hogar.

“Obviamente, es un muchacho pequeño, pero con un corazón bien grande”, dijo el relevista Dellin Betances. “Cada vez que está (en el terreno), confiamos en él”.