Las recientes declaraciones de su santidad en torno a la situación venezolana han suscitado opiniones inmerecidas. Han surgido sandeces para con el Papa de todo tipo que reafirman, una vez más, los desafíos para no convencerme de que son realidades insuperables sobre el tratamiento político y su continuidad en la construcción de aliados por parte de la oposición venezolana aguas afuera.
En primer lugar, su santidad es vocero de la institución que representa, sería craso error pensar que puede colocarse de un lado de las partes y además hacerlo públicamente. Apela a la consciencia, castiga a la poca memoria, abre senderos en situaciones oscuras, pero no se pone al lado de, sino por encima de. Quienes esperan que su santidad se convierta en un aliado en función de intereses poco claros, están equivocados. La iglesia no está ni para salvar al gobierno y tampoco para asesorar a la oposición venezolana.
No esperemos que su santidad asuma un rol como el del Secretario General de la Organización de Estados Americanos. El Papa es bueno cuando dice que todas las ideologías del siglo XX terminaron en dictadura, pero es malo cuando dice que la oposición venezolana está dividida en torno a la asistencia al diálogo en la actualidad.
En segundo lugar, las declaraciones de su santidad, para quienes les parecen equivocadas, falsas y/o inoportunas, revelan también la atención en el tratamiento de esta relación institucional de manera difusa o bien de manera equivocada.

La iglesia es una de las instituciones más informadas. ¿Cómo está llegando esa información?, ¿A través de quiénes llega esa información?, ¿Cuál es la información que está llegando?, No muy lejos, actores distintos de la oposición se reunieron con el Papa. ¿Fue un mensaje unísono?, ¿Los equipos llegaron a pensar en sentarse antes de los respectivos viajes para no desatinar en el mensaje?, ¿Cuál ha sido la continuidad con la iglesia luego del último diálogo al que se concurrió?, Por último, lo que más me preocupa es que el representante de la institución con más influencia que ha construido la humanidad está siendo expuesta y atacada por la miopía y el estómago de líderes Venezolanos.

¿Si destruimos los interlocutores con mayor aceptación de las partes con quien nos quedamos? Quienes continúen en esa línea le darán la razón a su santidad sin notarlo, ojalá nunca sea tarde.

 

Nelson Villavicencio