Una de las dos personas detenidas por orden del Gobierno estadounidense, a causa de su implicación en una trama de corrupción que lavó 1.200 millones de dólares, desfalcados a la empresa estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), fue identificada como Mathías Krull, un ciudadano venezolano- alemán, experto en finanzas y exejecutivo del banco suizo Julius Baer, donde era prestigiado por sus exclusivos contactos en Caracas.

Según un comunicado de prensa emitido por el Departamento de Justicia de EE.UU., la aprehensión de Krull, de 44 años de edad, actualmente residenciado en Panamá, se produjo el martes en la ciudad de Miami, estado Florida, mientras que su cómplice, el colombiano Gustavo Hernández Frieri, de 45, fue capturado un día después, en la región italiana de Sicilia.

La Fiscalía también acusó al director y fundador de la compañía Derwick Associates, Francisco Convit; a Carmelo Urdaneta, ex consultor jurídico del Ministerio de Petróleo y Minería; a Abraham Ortega, otrora presidente de Pdvsa y al empresario José Vicente “Chente” Amparan, que tiene nexos con el crimen organizado en España y Malta,  de haber incurrido en el delito de blanqueo de capitales.

Previamente a su detención, Krull había laborado en las oficinas de Credit Suisse y UBS, ambas empresas de servicios financieros, ubicadas en la Gran Caracas. Aunado a esto, ocupó un importante cargo en la referida agencia de Julius Baer, la cual también tenía su sede en la ciudad capital, antes de emigrar a Panamá y convertirse en una especie de “superestrella”, debido, en parte, a la vasta clientela que le trajo al banco.

Al parecer, el hombre administraba una cartera de 600 millones de dólares en Julius Baer, lo cual fue posible gracias a la extensa red de contactos adinerados, en su mayoría viejos inmigrantes alemanes que viven en Venezuela, que tejió.

Pese a que Finma, el órgano regulador del sector financiero suizo, escrutó los libros de las instancias bancarias del país en búsqueda de dinero proveniente del caso de Pdsva, aún no ha hallado irregularidades en las cuentas gestionadas por Krull, quien utilizaba la sede de la antes mencionada firma, en Bahamas, para resguardar el capital de sus clientes.