El presidente argentino, Mauricio Macri, anunció hoy un plan de equilibrio fiscal que prevé una reducción drástica de su Gobierno, que de 22 miembros pasa a tener menos de la mitad, y medidas drásticas como un impuesto a las exportaciones, que calificó de “malo, malísimo”, pero necesario.
Con un semblante muy serio y circunspecto, aseguró que con ello intenta dar a los mercados una señal clara de control del gasto para detener el déficit y la inflación, acelerada en los últimos días por una depreciación desmedida del peso con respecto al dólar, además de desterrar para siempre la corrupción.
El mandatario hizo este anuncio en un mensaje televisado, grabado en la Casa Rosada en dos sesiones, poco antes de que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, anuncie los “detalles técnicos” de las medidas económicas que mañana presentará en Washington al Fondo Monetario Internacional (FMI) para un reajuste del acuerdo, que estará “listo en días”, según Macri.
Además le jefe de estado reconoció haber hecho gala de demasiado optimismo en sus previsiones, justificó la dramática reducción de su gabinete a menos de la mitad por la gravedad del momento, que a su juicio exige compactar su equipo de Gobierno más directo para dar la respuesta más focalizada en la agenda que viene.
Asimismo, señaló que para cubrir lo que falta durante esta transición que se ha transformado en emergencia, va a pedir que quienes tienen más capacidades para contribuir, lo hagan, en referencia a que se aumentarán los impuestos a las exportaciones.
Dijo también en su mensaje, de 25 minutos, que su cambio es de raíz, profundo y de verdad, aseguró que “todos tenemos que ceder en algo si queremos cambiar” y lamentó que, siendo Argentina potencialmente de los países más ricos del mundo, un tercio de su población se encuentra en la pobreza.
Macri aseguró que “esta crisis no va a ser una más, sino que tiene que ser la última” y dijo que los últimos cinco meses fueron los peores de su vida después del secuestro que sufrió hace 27 años, cuando era empresario.
“La euforia que generamos” después de que “el cambio ganara las elecciones y haber frenado el camino que nos llevaba a ser Venezuela nos llevó a convencer a quien nos prestaba la plata a dejarnos tiempo”, señaló en referencia a su llegada al poder en diciembre de 2015.
Sin embargo, después de dos años y medio de Gobierno, la “situación cambió” por factores externos, como la subida de tasas en Estados Unidos, la crisis turca o la coyuntura en Brasil, e internos porque “no fuimos capaces de mostrar unidad en nuestro compromiso de avanzar en las reformas estructurales”, lo que hizo que, quienes prestaban el dinero, “comenzaran a dudar”, apuntó el presidente.
Según dijo, a todo ello se unió el “escándalo de los cuadernos”, una causa en la que se investiga una presunta red de sobornos de empresarios de la obra pública a funcionarios durante el kirchnerismo (2003-2015), algo que, a su juicio, “en el corto plazo afecta a la imagen del país y genera más dudas”.
El mandatario admitió que, con la devaluación de la moneda local, “la pobreza va a aumentar”, por lo que anunció un “refuerzo” en las asignaciones sociales para los últimos dos meses del año y otras medidas que traten de paliar el impacto en los sectores más vulnerables.