Desde el 7 de marzo, cualquier actividad cotidiana o planificar algo resulta imposible para los anzoatiguenses. Los apagones supeditaron la vida de los ciudadanos a estar sin planificar nada, o rogar para que haya luz.

Las cosas empeoraron porque desde la aplicación del racionamiento por bloques, este no se hace con los horarios establecidos y más del lapso que se dispuso para ello, según cuentan vecinos de varias zonas.

Armando Peña, quien se desempeña como comerciante, dijo que ha logrado subsistir en parte por su planta eléctrica, pero igual no vende mucha mercancía. “Tener carne es un riesgo actualmente porque pasamos mucho tiempo sin luz, no sabemos cuándo se va ni cuándo regresa, así que no hay manera de refrigerarla, y lo mismo con productos que necesiten frío”.

Hay sectores en zonas comerciales que dependen de plantas para intentar ganar dinero, pero tratan de vender cosas que no requieran de refrigeración o sean de salida rápida, porque evidentemente representa un problema de salud.

Carla Salazar, asegura que no logra descansar bien desde los apagones, pues asegura que la luz se le va muchas veces en las noches. “Prefiero que se vaya cuando no estoy en casa por trabajo, pero en las noches, no tengo luz como por seis horas y eso es incómodo. No sé cuánto más estaremos así”.

El otro problema de esto es la constante falta de agua, que amenaza con convertirse en un asunto de salud pública.

Juan Afonso/@jcabnews