Uno de los hombres más poderosos de la Iglesia católica fue declarado culpable de múltiples delitos sexuales contra menores, en un juicio secreto realizado en Melbourne en diciembre, cuya existencia solo ahora puede ser revelada.

El cardenal australiano George Pell, de 77 años, casi seguro enfrentará la prisión luego de que un jurado lo declaró culpable de un cargo de penetración sexual de un niño y cuatro cargos de un acto indecente con o en presencia de un niño cometidos a finales de los años noventa.

La condena de Pell, tesorero del Vaticano y asesor cercano del papa Francisco, provocará una sacudida en la Iglesia, ya afectada por las acusaciones de abuso sexual cometidas por sacerdotes en todo el mundo.

Pell es el funcionario católico de mayor rango que ha sido declarado culpable de delitos sexuales contra menores hasta la fecha. Su condena lleva la creciente polémica internacional sobre el abuso de menores en instituciones católicas directamente a las puertas de la Santa Sede.

El juez principal Peter Kidd levantó el martes una orden judicial que prohibía a los medios informar sobre el juicio de Pell, que comenzó en noviembre de 2018 y duró cinco semanas.

El caso de la fiscalía dependía del testimonio de un hombre, quien dijo que Pell abusó sexualmente de él y de otro niño en la histórica catedral de San Patricio en Melbourne un domingo después de misa.

La segunda víctima murió luego de una sobredosis de drogas sin haber revelado nunca el abuso a nadie. El acusador sobreviviente no puede ser identificado bajo la ley australiana que rige a las víctimas de abuso sexual.

En la corte, el acusador le dijo al jurado cómo Pell, entonces arzobispo de Melbourne, descubrió a los dos niños bebiendo vino en la sacristía del sacerdote, una pequeña habitación en la parte posterior de la catedral.

Afirmó que Pell forzó a uno de los niños a practicarle sexo oral y realizó un acto indecente a su amigo. Un mes después, la víctima dijo que Pell lo empujó contra una pared y palpó sus genitales.

El martes, en un comunicado, el acusador de Pell dijo que había luchado contra la “vergüenza, la soledad (y) la depresión” después del abuso.

“Como muchos sobrevivientes, me ha llevado años entender el impacto en mi vida. En algún momento nos damos cuenta de que confiamos en alguien a quien deberíamos haber temido y tememos esas relaciones genuinas en las que debemos confiar”, dijo en una declaración pública de su abogado.