Juan Manuel Santos dejó la presidencia de Colombia hace cuatro meses con una sola petición a su sucesor, Iván Duque. Esto es, defender los acuerdos con las FARC. Durante sus dos mandatos (2010-2018) logró la paz con la guerrilla más feroz y antigua de América. Sus líderes se desarmaron, fundaron un partido político y se sientan ahora en el Congreso.

Este esfuerzo le valió en 2016 el Premio Nobel de la Paz, sin embargo, el exmandatario lamenta no haber sido capaz de unir la sociedad. Cree que construir un futuro de convivencia será aún más complicado que poner fin a un conflicto armado de más de cincuenta años, asegura que no quiere pronunciarse ni interferir en la actualidad política colombiana, sacudida en las últimas semanas por las consecuencias del caso Odebrecht, y prefiere centrarse en su legado. Para protegerlo presentará este lunes una fundación, Compaz, con la que se propone continuar su trabajo.

«Todos los gobernantes salimos con un grado de frustración por no haber podido hacer más. Nosotros sacamos a 5,5 millones de colombianos de la pobreza, pero todavía hay demasiado pobre en Colombia. Triplicamos el número de autopistas en el país, pero todavía la infraestructura tiene que avanzar mucho más. Cuando uno ve retrospectivamente, siente algún tipo de frustración de no haber podido hacer más, pero también siento una frustración porque hice un esfuerzo muy grande por unir este país. No pude. Este país está muy dividido, muy polarizado como están la mayoría de los países del mundo. La polarización paraliza, no permite la buena gobernabilidad», declaró Santos.