La independencia económica, formar una familia o adquerir conocimientos y aplicarlos en una profesión que sirva como sustento, son motivos básicos para cualquier persona que busque superarse.

Es por ello que cuando un joven decide formarse académicamente lo hace pensando en un futuro mejor, pero esta realidad ha ido esfumándose poco a poco.

Según la economista Betty Mota, anualmente deberían ingresar al campo laboral del estado al menos 800 mil personas, lo cual no ocurre, pero ni cerca del 3%.

Este fenómeno de exclusión o declive de oportunidades de trabajo para quienes recién tienen un título en mano se debe, según Mota, a tres factores.

El primero de ellos es la pérdida del bono demográfico, es decir, la emigración de jóvenes profesionales, quienes optan por hacer su vida y laborar en otros países con mayores proyecciones sustentables en el tiempo.

La segunda causa posible es que una cantidad indefinida de quienes solo cuentan con el bachillerato, no se forman académicamente, lo que lleva a una población llamada flotante.

Por último, la experta mencionó la tasa de mortalidad de jóvenes en el país, para lo cual el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) estimó 28 mil 479 muertes violentas en todo el país, solo el año pasado.

«La economía venezolana es recesiva, es decir que no genera crecimiento. Ello aunado a los altos índices inflacionarios y la capacidad nula para ahorrar», en este sentido la economista explicó que la inversión empresarial se nutre directamente del ahorro del comerciante que espera generar cierta cantidad de ingresos de un negocio en específico, lo que no está pasando y al esto no ocurrir, no se contrata a nadie.

Asimismo, el también experto en análisis económico, David Herrera, señaló que las pocas empresas que quedan no se arriesgan a contratar personal recién graduado, por lo cual siguen optando por quien tiene al menos tres años de experiencia, frenando así las posibilidades de un joven que busca incluirse en el ámbito de trabajo respectivo a su carrera profesional.

Cambios
Según Betty Mota, lo que se está proliferando no es solo la economía informal, sino también la llamada economía de supervivencia, ya que está última tampoco alcanza para establecer alguna capacidad de ahorro.

«Quien no ejerce y taxea, vende queso, ropa o joyería lo hace solo para vivir a medias, no para obtener ingresos más allá de sus gastos diarios», afirmó.

Universitarios
Herrera también manifestó que de los 50 mil profesionales que gradúa la Universidad De Oriente en Anzoátegui, solo una pequeña cantidad, no especificada, logra entrar a alguna empresa referente a su carrera.

«Quienes logran culminar sus estudios se ven acorralados por varias posibles soluciones a la crisis económica, irse del país o tener más de un trabajo informal», agregó.

Y en cuanto a este tema varios estudiantes y recién graduados afirman que han pasado por las universidades «con las uñas», ya que los sacrificios para ser profesional son dignos de análisis.

El ingeniero mecánico Josué Angostura, indicó que hace un año culminó sus estudios y desde ese momento se ha dedicado a mandar currículos a varios prospectos de trabajo, pero la respuesta siempre es la misma, «experiencia mínima de tres años», según su testimonio.

«No quiero irme del país, pero lo estoy considerando. Ya sé de varios, como Chile, en donde buscan empleados en mi campo», destacó.

De igual forma, Jesús Quijada, contador con ya dos años en el campo económico, destacó que teme que debido al poco poder adquisitivo que existe, no pueda comprarse algún vehículo o una casa.