Era tradición para el venezolano la compra de juegos pirotécnicos  en la época decembrina, pero en los últimos años la situación cambió. Poco a poco, la adquisición de estos productos se tornó complicada para el ciudadano común.

Luego de un recorrido realizado por el equipo reporteril del diario Nueva Prensa de Oriente, se constató que los vendedores informales de este producto desaparecieron en su totalidad de las principales calles de Puerto La Cruz y Barcelona, dejando un vacío en calles como La Libertal del municipio Sotillo.

El antiguo vendedor de fuegos artificiales, Ramón Acevedo, recordó que en años anteriores en cada esquina podía encontrarse un «buhonero» ofreciendo cohetes, cebollitas y los tradicionales fosforitos.

Trabas
Para los vendedores informales de juegos pirotécnicos, la cantidad de restricciones impuestas por el Gobierno, significó un contratiempo en su labor diaria.  «Cada vez aumentaron las leyes y las multas y ya uno no podía arriesgarse más. Nos quedamos sin nuestro trabajo y muchos cambiaron de rubro», aseguró Acevedo.  Asimismo, informó que los altos costos en la mercancía no permiten obtener la ganancia requerida para continuar con la venta de dichos productos.

Altos costos
Por su parte, el sector formal del comercio alegó que las ventas de este año están por debajo de la mitad de los años anteriores.  El dueño de una reconocida tienda de pirotecnia en Puerto La Cruz, quien no quiso revelar su nombre, expresó que los altos precios en fuegos artificiales lograron que prácticamente «el negocio acabara».

El comerciante señaló que una torta de colores, hace tres año podía conseguirse hasta en 10 mil bolívares, pero ahora no baja de Bs. 400 mil. «Los juegos de luces están muy costosos y ya casi no pedimos ese tipo de mercancía. Uno bueno podría costar un millón de bolívares y la gente no tiene esa cantidad de dinero. Nos estamos manteniendo con cosas pequeñas como las estrellitas o cebollitas», señaló el propietario.  Los establecimientos de pirotecnia en Anzoátegui, en su mayoría,  lucen sin clientela.