Desde el 2016 han fallecido 168 personas por difteria, enfermedad que tenía 24 años sin presentarse en el país, debido a que no se han podido cubrir las necesidades de vacunación, informó María Graciela López, presidenta de la Sociedad Venezolana de Infectología.

“El primer caso de difteria se dio en el estado Bolívar, pese a que las autoridades conocían las faltas de cobertura de vacunación, no se tomaron las medidas adecuadas. Cualquier persona puede enfermarse de difteria, no importa su edad”, agregó.

Sobre un supuesto brote de sarampión, acotó “ya tenemos circulación del virus  constantemente en nuestros estados. Hay casos muy concentrados en los estados Distrito Capital, Miranda, Vargas y Aragua“. Graciela López comenta también que en el hospital J.M de Los Ríos, en Caracas, se registraron 1.000 casos de sarampión. Para ella, Venezuela “está exportando enfermedades a países vecinos”.

Indicó también que hasta el 31 de agosto se habían registrado 2.160 casos de síndrome coqueluchoide, que recuerda a la tos ferina, y ya ha cobrado la vida de 12 infantes. El síndrome se cura con antibióticos, pero puntualizó que en el país hay una escasez de todo tipo de medicamento.

Los retrovirales para pacientes con VIH cada día son más difíciles de conseguir.

La doctora subrayó que los enfermos de VIH no reciben su dosis de retrovirales para poder llevar adelante la enfermedad. Según la Sociedad Venezolana de Infectología, 2.000 niños se encuentran en tratamiento por tener el virus y por cada niño “seguramente hay dos o tres sin diagnóstico”. Según ella, no hay un registro exacto de las personas infectadas de VIH.

Para la galena el incremento de la malaria es alarmante.

De acuerdo a las cifras manejadas en la Sociedad Venezolana de Infectología Tropical, los casos por malaria rondan el millón. Recordó que es una enfermedad que “no se mide por vacuna sino por control del vector, necesitando medidas de control ambiental a las zonas propensas”.

Comentó que la explotación del Arco Minero en el estado Bolívar ha generado una caída de las condiciones higiénicas en los lugares donde se realizan los trabajos para la extracción de los minerales.

“Hay una explotación y una anarquía en relación a la explotación de oro y minas y esto ha hecho un cambio ambiental” recalcó la doctora.