Quiero esbozar en este artículo algunas reflexiones que parcialmente pueden explicar el auge común de un tipo de liderazgo que viene tomando espacios en varios países, el del empresario-presidente, los empresidentes. Recientemente comenzó en Argentina, continuó en Perú, tomo auge en Estados Unidos, se aproxima de nuevo en Chile y en Ecuador no se descarta.

Como a las cosas hay que ponerle fecha, yo tomo los 90. Desde los años 90 el sector público se ha venido retroalimentando con prácticas del sector privado. Eso que llaman la nueva gestión pública o mejor conocido en inglés como New public management no es más que la incorporación de prácticas del sector privado al público. Notemos la fecha, es justo a principios de los 90, cuando la globalización comienza a derribar muros – que más adelante los levantará- que inician estas prácticas. Estimo que este ejercicio de benchmarking sirvió para aterrizar en lo teórico la influencia de lo privado en lo público.

Continúan los 90, a sus finales, con el auge del proceso globalizador, esto ya lo ha dicho Naím y unos cuantos, el poder comenzó a hacerse difuso. La política se despolitizó y entró en un proceso deconstructivo. Su expresión más sublime, el poder, comenzó a hacerse más efímero y fragmentado. Las tecnologías han marcado conductas y transformado expectativas. Todos queremos cosas más rápidos y de mejor calidad.

Esa infinitud exquisita de exigencias se ha trasladado a lo público y quizás en nuestro imaginario producto de clichés subdesarrollistas vemos que lo más parecido para poder saciar esta nueva era de exigencias lo encontramos en este nuevo tipo de liderazgo.

Estas son algunas razones que explican éste auge. Pocas, insuficientes, pero necesarias para la comprensión de este momento. Quiero aprovechar también para adelantarme a las consecuencias de éste tipo de liderazgo, no quiero solo exponer las causas de su origen, sino las consecuencias pasadas que han tenido. Hay estudios al respecto.

Este tipo de liderazgo no es colectivista, tiene un fuerte arraigo individual por su propio modus vivendi. Esto en política es clave. Con esto quiero aclarar que no son muy prestos a la construcción de alianzas, le es difícil entender que hay que ceder aun cuando se tenga la razón,  lo ¨políticamente correcto¨ se les hace humanamente incomprensible.

Es un liderazgo que, en la mayoría de los casos, aspira Gobernar con una fuerte minoría, no es un liderazgo que aspira gobernar con mayorías sólidas. Es un liderazgo transitorio, no es sólido. Es un liderazgo que suele hacerse su cuerpo político a su antojo para depender en mayor medida de ellos mismos y de nadie más. Es lo más evidente y por ello no voy a dejarlo de nombrar, les encanta Gobernar para si mismos.

Nelsón Villavicencio